No es obligado responder a todas las
preguntas. Creo.
1- Un
remedio.
Tengo
que decir, dada mi profesión de profesor, que “solo” la
educación es remedio, si es que hay remedio…; pero también que
“solo” lo es el amor. O sea, y aunque suene blandengue para los
oídos de algunos, la educación con amor o educación amorosa, y la
educación en el amor (en el arte, en la música, en la filosofía…)
son el remedio, si es que esta “realidad” tiene remedio.
2-
¿Qué tal?
Suelo
contestar que bien e incluso que muy bien. Y no solo porque
efectivamente me siento muy afortunado con lo que y los que me
rodean, sino también porque quiero hacer gala de optimismo. Pero,
por otra parte, cada vez me parece más difícil sentirse bien: cada
vez me parece más difícil olvidar el inmenso dolor que cuesta el
mundo; cada vez me parece más difícil, incluso, esperar que el bien
pudiera, algún día, resarcir todo ese sufrimiento, justificarlo,
redimirlo… ¿Qué hay de los que sufrieron y sufren, injustamente,
incomprensiblemente? ¿Puede uno estar bien mientras ellos pagan la
factura?
3-
Alguien que te guste oír.
Tengo
gustos musicales bastante místicos, porque me ayudan a leer y
escribir: el Arte de la Fuga de Bach, las polifonías de Tomás Luis
de Victoria o Cristobal Morales, y contemporáneos como Arvo Pärt,
pero también Xennakis. Desde mi juventud, además, oigo y toco con
gusto música tradicional irlandesa; también griega, búlgara,
húngara, india… A veces oigo el silencio.
4-
Alguien que te guste leer.
¿Aparte
de Platón y sus colegas? En el ámbito literario tengo algunos
poetas que no sé muy bien por qué me embrujan. Por ejemplo, en los
últimos años me ha acompañado a menudo (aunque lo leí por primera
vez con dieciséis años) un poeta francés, Yves Bonnefoy. Escucha:
“A este copo / que en mi mano se posa, deseo / asegurarle lo eterno
/ haciendo de mi vida y mi calor, / de mi pasado, de estos días de
ahora, / simplemente un instante: este instante, sin límites. / Pero
ya no es que / un poco de agua que se pierde / en la bruma de los
cuerpos que van por la nieve”.
5- ¿En
qué se parece sumar y restar?
Con
ninguno de los dos se alcanza lo infinito, se está siempre a la
misma distancia. Se parecen, en realidad, en muchas cosas: las dos
son maneras de medir y segregar: si uno suma, otro pierde. Pero, en
el fondo son, según el sabio Heráclito, lo mismo: nada es tan
grande que no haya infinitas cosas mayores; si te haces grande,
empequeñeces; y lo más pequeño es lo más grande, porque todo está
contenido en un punto tan pequeño que es indivisible.
6- Una
mujer.
La
“mía”, es decir, esa con la que tengo la suerte de convivir
desde hace muchos años que se me han hecho pocos. Ella tiene todo lo
que podría significar mujer: inteligencia racional y emocional,
cuidado, ternura, sencillez…
7- Un
hombre.
No
caigo en ninguno en especial. Y es muy difícil hoy hablar del
hombre, del varón. Quienes no ven nada bueno en él, me parecen
inteligencias modestas, agresivas y falsas. Pero no tengo algo
interesante que ofrecer a cambio.
8- ¿La
filosofía podría hermanar a un forofo del Barça de fútbol con uno
del Madrid de baloncesto?
9- Una
rebanada de pa amb tomaquet con llonganissa de Vic se parece a...
Ahora
le quitaría la llonganissa, porque hace un tiempo que dejé la
carne. Pa amb tomaquet es como piel viva y tibia, que acariciar y
besar, o también como un libro con una flor.
10- La
enseñanza.
Ignorancia
de que no se sabe realmente, pero también, felicidad de compartir
preguntas y lucideces. Su antítesis se llama evaluación y
piensa-en-tu-futuro-hijo.
11-
Una seta.
Aparte
de champiñones, níscalos, y la de los gnomos, soy un completo
ignaro en el tema. Y lo lamento, porque la seta me parece un ser muy
especial, un extraño personaje en el reparto de la creación, lleno
de ambivalencias: se alimenta de otros, pero es sabroso como
alimento; envenena pero también puede descubrirte otros mundos…
12-
¿Gatos o perros?
Perros:
prefiero la sana hipocresía inteligente al cinismo displicente que
lo aparenta. Aunque lo que más he tenido y tengo ahora son gatos,
por pura comodidad.
13-
Quién crees que ganará el torneo de candidatos de ajedrez de 2016
(se celebrará en Atenas).
No
sigo el ajedrez. Creo que no dispongo de ese tipo de inteligencia.
14-
Hazte una pregunta y contéstate.
¿Qué
sentido último tiene la existencia? No lo sé… estamos trabajando
en ello.
15-
Hazme una pregunta.
¿Qué
pregunta?
¡Es
broma!: a los filósofos nos gustan esos chistes lingüísticos.
Claro
que se puede tomar de varias maneras, hablo de tu pregunta: ¿Qué
pregunta? - que no sabes a qué pregunta me refiero al plantearte que
me hagas una pregunta o que eres extremadamente educado y hablándome
de usted me estás interrogando, exigiendo que te vuelva a formular
una pregunta incomprendida o quizá sea un general ¿Qué pregunta?
un ¿Qué pregunta? que formula la inmensidad de preguntas, de
interrogantes abiertos en nuestras mentes curiosas o … me canso de
abrir y cerrar interrogantes. Esta es parte de mi reflexión a ¿Qué
pregunta?
Esta
entrevista no tiene desperdicio, Juan Antonio Negrete es filósofo,
profesor, poeta, músico y escritor (acaba de presentar el libro
Diálogos de la Educación) ha contestado a las preguntas sin
equivocarse en ninguna. Merece mucho la pena leerla, estoy muy
contento que gente de este nivel conteste a mis despropósitos. No
me extiendo más ya que en internet podéis encontrar mucho de lo
suyo, os dejo un poco.